miércoles, 23 de noviembre de 2016

LA MANZANA ESTA PODRIDA



Marco Arment, ex-CTO de Tumblr, creador de Instapaper y reconocido desarrollador, organiza una auténtica tormenta para Apple al poner voz en su blog personal a lo que muchos llevamos mucho tiempo pensando: que la marca lleva ya demasiado tiempo enfocada casi exclusivamente en el marketing y perdiendo alarmantemente calidad en sus productos. Su abrumada reacción de arrepentimiento posterior tras ver el enorme efecto provocado por su entrada no empaña la gran verdad: ha tocado un punto que muchos usuarios llevábamos mucho tiempo planteándonos.

La entrada de Marco ha sintonizado de manera casi inmediata en Twitter con un buen coro de usuarios considerados tecnológicamente influyentes, que han iniciado un debate sobre la progresiva caída en desgracia de la marca de la manzana. Algunos, como Daniel Jalkut, ex-trabajador de Apple, han dedicado entradas al tema, hablando de hasta qué punto lo que en su momento fue un hardware y un software cuyos estándares de funcionamiento eran sensiblemente mejores que los de su competencia y que partían de una determinada cultura a la hora de hacer las cosas, parece haberse convertido, bajo la batuta de directivos mucho más centrados en el marketing que en esa consideración de excelencia, en una marca mucho más “normal”, a la que podría incluso llegarle a resultar complicado sostener unos márgenes comerciales sensiblemente más elevados que los de sus competidores.

Obviamente, no todas las reacciones son idénticas: los hay que afirman que, aunque Marco Arment puede tener razón y los productos de Apple pueden haber empeorado sensiblemente en su calidad, la culpa no es de marketing. Y no faltan tampoco los del “y tú más”, los que dicen que puede ser que Apple tenga problemas, pero que esos problemas no son nada comparados con el desastre de su competencia.

Mi experiencia personal es clara: me cambié a Apple a principios de 2002, y mi experiencia con respecto al mundo PC fue precisamente la que decía uno de los slogans más conocidos de la marca: it just works. Nunca me he considerado un fanboy, de hecho, hay bastantes productos de la marca que no utilizo porque, sencillamente, prefiero otras opciones. Ahora, más de una década después, utilizo algunos programas en sus versiones antiguas porque las nuevas me parecen peores, espero para actualizar los sistemas operativos hasta que casi no tengo más remedio porque desconfío de las “ventajas” de los nuevos. El último ordenador que me compré, un MacBook Pro Retina, es una de las peores máquinas que he tenido en mi vida, y tiene fallos, como una marcadísima persistencia de las imágenes en pantalla (ghosting), que deberían provocar la vergüenza de cualquier fabricante mínimamente serio, mucho más si venden sus productos a esos injustificables precios. Errores que, al ser reportados en una tienda Apple, recibieron como toda solución un comentario del tipo “tu máquina ya tiene más de un año, qué le vamos a hacer”. No, no es exactamente lo que esperas como cliente cuando te has gastado esa cantidad de dinero en un ordenador y este resulta estar defectuoso por un problema únicamente achacable a su proceso de fabricación o a la elección de sus componentes.

Con respecto al software, son bastantes los que afirman que varios de los productos de la compañía han ido bajando su calidad hasta el punto de perder el favor del segmento más profesional de su mercado, incluso en segmentos tan históricamente atribuidos a la compañía como el diseño gráfico o la creatividad. .

Las quejas de Marco Arment vienen, en cualquier caso, en un momento perfecto para la marca: el día cinco de enero, cuando la temporada de ventas de electrónica de consumo en los Estados Unidos ya se ha dado por cerrada, y en otros países, incluidos los latinos, las compras de Reyes ya han sido, en la mayoría de los casos, realizadas. Una erosión a la imagen de marca como esta, que afecta a los atributos fundamentales y a la justificación necesaria para su decisión de compra, podría llegar a hacer mucho daño si se diese justo antes de las navidades. En este momento del año, sin embargo, recién terminado el momento más importante del año en ventas, es más que posible que los efectos sean bastante más moderados. Al menos, a corto plazo. A largo plazo, si la compañía no es capaz de corregir lo que parece estar convirtiéndose en una percepción relativamente generalizada, podría llegar a ser un problema mucho, mucho mayor.

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